ADS 468x60

.

 M A R Z O

Este mes, la foto es de Iñaki Do Campo a quien le agradecemos la cesión

YO NO FUI

    • ¡Eh! ¡Tú!
    • ¿Quién? ¿Yo?
    • ¡Sí! ¡Tú!
    • Yo no fui.
    • ¿Entonces quién?
El hombre miró a un lado y dijo:
    • Esa mujer
Y aquellos siete fueron y mataron a la mujer. Luego volvieron al primero y le increparon
    • ¡Eh! ¡Tú!
    • ¿Quién? ¿Yo?
    • ¡Sí! ¡Tú!
    • Yo no fui.
    • ¿Entonces quién?
El hombre miró a otro lado y dijo:
    • El negro
Y aquellos siete fueron y mataron al negro. Luego volvieron al primero y le increparon de nuevo
    • ¡Eh! ¡Tú!
    • ¿Quién? ¿Yo?
    • ¡Sí! ¡Tú!
    • Yo no fui.
    • ¿Entonces quién?
El hombre miró atrás y dijo:
    • Aquel moro
Y aquellos siete fueron y mataron al moro. Luego volvieron al primero y le increparon de nuevo
    • ¡Eh! ¡Tú!
    • ¿Quién? ¿Yo?
    • ¡Sí! ¡Tú!
    • Yo no fui.
    • ¿Entonces quién?
El hombre miró a los siete y dijo:
    • Ése alto
Y aquellos seis fueron y mataron al alto. Después miraron al primero y le increparon
    • ¡Eh! ¡Tú!
    • ¿Quién? ¿Yo?
    • ¡Sí! ¡Tú!
    • Yo no fui.
    • Puede que en un principio no -espetó uno de ellos- pero ahora sí.
Y lo mataron. Lo mataron por la mujer, por el negro, por el moro y por el alto. Y porque, vista su trayectoria, casi con toda seguridad, había sido él.

SIGNOS


¿Cómo pudo no darse cuenta? ¿Cómo nadie le gritó desde la intersección que llevaba a la otra línea? ¿Nunca había visto aquellas películas en las que la chica, ingenua, estúpidamente, se metía en la boca del lobo, en la casa, en la habitación, en el bosque donde estaba acechando el asesino?
Todos los signos eran una advertencia: Sus pasos, resonando sordos, la música que había cesado súbitamente, las chisporroteantes luces del techo, las dos gigantescas serpientes que corrian a su lado en las paredes, la guillotina que dibujaba la luz en la pared del fondo, hasta la flecha de la señal de salida de emergencia estaba al revés, apuntando al corazón del hombre que huía y que se la clavaría irremediablemente. ¿No vio que la cámara de la pared izquierda no era más que un simulacro? ¿Cómo pudo no darse cuenta de que las rejas de la parte superior formaban una dentadura perfecta que se la tragaría para siempre?

Sin prisas

No me importa que corras buscando la luz del sol, el túnel de tu vida rutinaria pasa por el filo de mi cuchillo cada día. Mientras, seguiré aquí tocando la guitarra y viendo como corres inútilmente para salvarte de mi.