Caminaban con paso de Alzheimer. Sin prisa. No repararon que habían dado siete vueltas a la misma manzana. La memoria. “¡Menudos dibujos ponen en las paredes! ¿Lo has visto? Seguro que los acaban de pintar”, le dijo él por séptima vez. Ella continuó con la mirada perdida en el vacío de la mente. Doblaron la esquina una vez más y el resorte volvió a dispararse en la cabeza de ella. “No has abierto la boca en toda la mañana”, le dijo enojada.
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