Detrás de esa puerta me espera un barco. Un barco. Un inmenso barco pirata. Con doscientos setenta y seis tripulantes y una dama. Olga se llama. Me esperan para navegar rumbo a una isla y encontrar un montón de tesoros y pelear ciento y una batallas y muchas tardes de viento en popa a toda vela. Detrás de esa puerta me espera el mar, con sus ballenas y un pulpo gigante de cuarenta y seis brazos y unas ideas nada benévolas. Detrás de esa puerta hay un castillo, asediado durante doce días. Y en el castillo setecientos hombres buenos y ochocientas doce mujeres mejores, y un rey, y una reina y una princesa: Olga se llama. Detrás de esa puerta me espera un globo aerostático, y ochenta días, y un mundo al que darle la vuelta, y un avión de guerra y una mujer judía, o musulmana, o vietnamita, o republicana, o maya, o persa, o india, siempre de nombre Olga. Detrás de esa puerta me espera la selva, y el pueblo, y Manhattan, y Zalamea, y la noche de Reyes, y el Nilo, y el Cáucaso, y un concurso de volar cometas y una noche estrellada en que la tuve entre mis brazos y... una mujer. Una mujer de voz suave, siempre, y sonrisa aún mejor, siempre, que viene conmigo en todas, todas las aventuras que me aguardan detrás de esa puerta. Y aunque a veces intente cambiar de nombre, yo siempre la llamaré Olga.
Esa puerta, roja, chiquita y vieja es la puerta de mi biblioteca y dentro, está Olga, mi bibliotecaria.
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