ADS 468x60

PERO QUÉ HARTO ESTOY…

… de hacer guardia delante de tu puerta. Me conozco cada tabla, cada remache, cada fleje, cada grieta… He dibujado con la imaginación en las vetas de la madera hasta agotarlas. Una vez creí tirar con el sólo esfuerzo de mi mente un trozo de esas calichas rosadas que aborrezco porque me separan de ti. Harto estoy de desearle la peor de las muertes a ese déspota que se interpone entre nuestros cuerpos temblorosos de amor y deseo. No veo el día en que saldrás por fin para unirte a mí y correr libres por el mundo, sin ataduras ni compromisos. Desespero de dolor cuando te siento detrás, respirando agitada o, peor aún, gimiendo un llanto sordo y negro como el mío. Pero no puedo evitar volver una y otra vez, día tras día, ante tu puerta cerrada y olfatearla y mear. Y seguir plantado delante esperando desesperanzado esa tarde en que escapes por la rendija, cuando el déspota de tu amo salga a tomar café. Entonces sí que sabremos lo que es correr, cuando le dejemos atrás, sacudiéndole de alegría en las narices nuestros rabos enloquecidos como aspas de molinillo. ¡Que hermosa y qué grande y qué larga será nuestra vida juntos, amor! Sólo necesitaremos una guarida en el monte, una madriguera donde criar nuestros cachorros y el campo ancho donde buscar el sustento, sin horarios, ni piensos, ni correas, ni bozales… Pero ¿por qué me torturo con estas estúpidas fantasías? Jamás escaparás, jamás se unirán nuestros cuerpos como uno solo, jamás te oiré ladrar maternalmente a nuestras crías; jamás habrá campo, ni fuga, ni libertad. Él no lo permitirá. Afirma que nuestro amor es imposible. Y aun hablan de vidas perras. ¿Qué sabrán los que no han nacido, como yo, gato?

Manolo Shamán

0 comentarios: