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Prisioneras



Todavía no sabían como meterían a aquella pupa de polilla por la entrada del hormiguero, o cómo hacerla descender por el túnel principal. Ni siquiera si alcanzarían las fuerzas hasta su destino. Todavía no sabían exactamente qué comía una polilla, ni cómo cuidarla hasta que saliera de su envoltura. Pero en sus pequeñas cabezas de hormiga obrera palpitaba la ilusión de entregarle un último regalo a su vieja reina, gorda prisionera en el subsuelo. Aquella mariposa nocturna volará en la noche perfecta de la cámara central. La reina, agotada, se dormirá arrullada con aquel aleteo que huele a brisa de verano.

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