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UN GRAN JEFE


Descubrir como marchaba todo en su tribu y en las tribus cercanas, lo comenzó a consumir, tanto física como psíquicamente, tantos bosques arrasados, animales extinguidos, guerras sin sentido… hacían que envejeciera a una rapidez inaudita, los siglos pasaron en segundos por su vida.


Nadie se percató de la rapidez de aquel proceso, hasta que un día alguien entró en su tipi y encontró su amuleto enredado entre un montón de paja.


El hechicero comprendió el hecho y ordenó que los restos del jefe no serían quemados,  como era la costumbre, sino que lo aventarían para que su alma volara por el cielo.


Y así lo hicieron y cada brizna se esparció por el aire, volaron sobre su tribu y por las tribus cercanas, y a todos los que les cayó una de aquellas hebras les cambio la vida.


Y aún siguen volando, pero no todas caen donde tendrían que caer.

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