-¡Ssssch, oye! El de las rayas naranjas y negras–le dijo al calcetín que tenía a su derecha.
-Hermano el de aquí al lado me esta hablando –le dijo el calcetín a su compañero.
-No le hagas caso a ese monstruo. Nosotros a lo nuestro, aprovechar el aire puro que ya vendrán los malos olores.
-¡Ssssch, oye! El de las rayas azules y negras –le dijo a la camiseta de la izquierda.
-¡Pero qué te has creído! ¡A mi me tienes que hablar de usted! ¡Valiente niñato! En mis tiempos si…
El niñato monstruo se encogió de hombros y fijó la vista al frente, durante un rato ni siquiera pestañeó, hasta que de repente se le puso una sonrisa malévola en la cara mientras pensaba en lo que le iba a hacer al niño que le había colgado allí.
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