Mira papá -le dijo el niño de ojos grandes- la luna está completa
Se dice llena -le repuso el padre acariciándole el pelo y compartiendo una sonrisa y la dirección de la mirada.
Llena siempre está; a veces de nada, a veces de leche, pero hoy está completa. ¿No la ves? ¿No ves que no le falta de nada?
Y era verdad. Esa noche, a la luna inmensa, no le faltaba de nada.
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