“Crudité azorado de pimiento
con tripa contrita de brote de espinaca,
con tripa contrita de brote de espinaca,
preparado sobre tabla de nogal, cortado de un tajo preciso, casi bushido, con acero templado de Albacete. Esencia de huerta, crujiente al diente, mezcla de amargos y ácidos, envolvente transparencia, corazón doliente y tímido de clorofila”.
Si de lo que se trata es de alimentar a los gorrinos, se puede hacer con estilo. Esa era la filosofía de Romero Laínez, lo ayuda a explicar por qué de joven, cuando cocinero en el cuartel, preparaba el rancho con cierto abuso de patata y tocino y un voluminoso diccionario María Moliner.