Hacía ya rato que había subido al avión, todo parecía listo, pero el avión no despegaba. La tripulación empezó a ir de un lado a otro y los pasajeros comenzamos a impacientarnos. Me asomé por la ventanilla.
Un montón de operarios daban vueltas alrededor del avión, examinando el aparato por todas partes. Y entonces lo vi. Me había vuelto a encontrar. Cada vez que pensaba que me había librado, volvía a aparecer. Siempre tras de mí. Ahora estaba allí, una vez más.
Sonreí al ver la cara de desesperación de los operarios, que no conseguían averiguar porqué aquel avión no se movía. Sólo yo sabía que no conseguirían hacer nada. Mientras yo estuviese subida en el avión, mi sueño no se marcharía.
Decidí volar con él.
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