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LA LIBROS

La Libros, así la llamaban el resto de compañeras del Cabañal, el barrio más popular junto a la playa. Aunque los clientes habituales la conocían por Puri, sesenta euros el completo.

Puri, mataba las noches con algún relato corto de poca enjundia de pie bajo la luz de su farola. Así la espera se le hacía más corta, así su cuerpo casi desnudo que vendía en la calle encontraba el calor de las palabras y así, cada vez que miraba el techo de la pensión con un hombre sobre ella, imaginaba las páginas que le quedaban por leer, los personajes, y soñaba el desenlace final. Luego se lavaba y volvía a su lectura.

La Libros, vivía las tardes con novelas y relatos, guías de viajes, ensayos y biografías. Leía bajo la luz del sol que calentaba su cuerpo, vestida de sal y arena, sentada en una silla de playa, sin apartar la vista de las palabras que la hacían soñar y olvidar el techo de la pensión.

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