¡Qué ímpetu! Un capazo de cemento, unos ladrillos tirados, yeso, una pala, un albañil despistado pensando en su novia, apurando la fruta de su almuerzo, un güito lanzado al aire, certera parábola.
Han pasado los años, ahora esa semilla es un árbol impensable. No puedo resistirme. Ya tengo más ladrillos debajo, esperando que caiga sobre ellos la fruta madura. Preñaré de árboles todas las alturas.
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